Ser cristiana empoderada (I)

 Os compartiremos en varios post el texto de la Asociación de Teólogas españolas que pretende ser un manifiesto para las cristiana empedradas. Pretendemos que os suscite preguntas que podamos debatir el curso que viene.


1. Necesitamos hablar de las mujeres y no de “la mujer”
Dios se encarnó para ser un ser humano concreto, una persona histórica particular e irrepetible, Jesús. Su vida, y no otra, sus palabras, y no otras, su muerte y su resurrección son las que nos hacen presentes de forma más íntima y cercana a Dios. El Dios de Jesús no se mueve en las generalidades, que homogenizan y cosifican aquello que pretenden describir. Es por ello que Jesús siempre se dirige a la persona que tiene en frente, la llama por su nombre y la hace lugar de manifestación de Su gracia (Lc. 7, 48-50; 8,43-48…). 
En la misma línea, hablar de “la mujer”, como si se tratara de una categoría genérica, en lugar de “las mujeres”, en plural, empequeñece aquello que pretende describir: asume que todas sentimos igual, actuamos igual y vivimos igual. Que una idea general de “la mujer” vale por todas. Se desdibuja así aquello que caracteriza la vida, es decir, la experiencia personal.  Y sólo en este espacio, sólo en la experiencia particular de cada mujer y de cada hombre, se hace el Dios de Jesús presente, reconcilia y restaura. La reconciliación no es un principio general y abstracto que afecta poco. Por el contrario, da forma a la vida en su expresión más concreta.
De igual manera que Dios no es una hipótesis, un objeto de estudio al que podamos mover aquí o allí según convenga, tampoco lo son las mujeres: cada una de nosotras es lugar de manifestación de Dios en su vida y experiencias concretas.


Comentarios